20 abril 2011

Indice.


Los cinco deditos de su minúscula mano se aferran al dedo índice de su padre, robusto y firme, como cada vez que busca protección. Desde que aprendió a caminar, ese dedo es para la pequeña el lugar más seguro del mundo. Cada vez que pierde el equilibrio él está allí, a su alcance, listo para darle estabilidad y amparo. La uña perfectamente recortada, el nudillo protuberante y áspero, los pelos negros y revueltos de la segunda falange. No podría confundirlo con ningún otro dedo. Los gritos de su madre no consiguen despojarla de su estado. El chasquido de la guillotina fue certero, limpio, imprevisible y anticipado. El dedo índice llegó rodando justo hasta sus zapatitos de charol. Aunque intuye que hay algo anormal, ella lo empuña y lo alza como si fuera un trofeo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario